ENCUENTRO DE JÓVENES ROCIEROS

 

    En noviembre de 2008, como viene siendo habitual desde que se formara el grupo joven en el año 2006, nos fuimos a pasar un fin de semana de convivencia al Rocío. Los días elegidos fueron el 22 y 23.Este año, con motivo del cincuenta aniversario de la refundación de nuestra Hermandad, invitamos a las demás hermandades de nuestra provincia.

    Con la Virgen del Rocío como centro de toda la convivencia, se llevaron a cabo una serie de actividades con las que los jóvenes rocieros aprendieron, rezaron y se divirtieron, en un clima de gran armonía y amistad..

     La salida desde El Puerto se produjo a las 7.00 de la mañana del día 22, de la plaza de Toros. Con las maletas cargadas de ilusiones y ganas de pasarlo bien, nos embarcamos en un fin de semana previsto de  experiencias inolvidables.

    Llegamos al Rocío sobre las 11.00 horas y, después del reparto de habitaciones, hicimos las presentaciones y rezamos laudes.

    A continuación nos dirigimos al Santuario donde nos esperaba la Virgen. Tuvimos el privilegio de visitar su camarín, viendo sus trajes de gala, sus vestidos de pastora, sus tesoros y enseres,… todo acompañado de la charla de una almonteña que nos deleito con sus vivencias sobre la Virgen. En cada frase que ella nos decía, había uno de nuestros jóvenes preguntando con los ojos de par en par, algo más sobre Ella. No se cansaban de escuchar, estaban absortos por la emoción de estar tan cerca  de nuestra Madre.

    Por la tarde visitamos el museo del Rocío que se encuentra en la Aldea. Allí pudimos volver a la época de nuestros antepasados, viendo cómo vivían en las pequeñas cabañas que existían en aquel lugar. Pasamos por distintas salas en las que nos fueron explicando la forma de vida y costumbres del Rocío.

 
     
 
     
 
     
 
     
 

    Entramos en un salón donde pudimos ver un video sobre la Virgen, los caminos y la Aldea. Nos enseñaron la flora y la fauna del coto de Doñana.

    La guía nos contó el comienzo de todo, de cómo la encontraron, del porqué del traslado cada 7 años, etc.

    Visitamos una sala llena de arcos de flores de papel, simulando las calles de Almonte para la ida y venida de la Virgen. Y de pronto empezamos a oír campanas y voceríos que no sabíamos de donde venían. Sin poderlo remediar, los pies se fueron solos hacia un diminuto cuarto de paredes blanca, en las cuales se reflejaban distintos momentos de la procesión de la Virgen. Si te ponías en el centro, podías sentir hasta el sudor de los almonteños. Fue un momento mágico, no sabías hacia dónde mirar, la Virgen se venía hacia ti y parecía que la tocabas…. nos costó mucho trabajo salir de ese diminuto cuarto. Más de uno salió con los ojos llenos de lágrimas. Sin lugar a dudas, el momento más impactante que vivimos dentro del museo del Rocío.

    Volvimos a la Casa de Hermandad y continuamos nuestra convivencia con unas reflexiones en grupo, preparadas por Sergio Cíes, que luego pusimos en común.

 

 
     
 

 

    Llegada la noche, delante de la chimenea, los jóvenes dialogaron sobre las experiencias vividas y los sentimientos que les afloraban cuando pensaban en lo cerca que habían estado de Ella.

    Después de esto, rezamos la Salve y nos despedimos hasta el día siguiente.

   El domingo a primera hora, fuimos, de nuevo, en busca de nuestra Madre, y, después de darle los buenos días, celebramos la Eucaristía.

    A la vuelta de la Ermita, tuvimos unos juegos que nos entretuvo hasta la hora de comer. Pasamos un rato muy divertido. Nuestros jóvenes lo pasaron genial haciendo pruebas y más pruebas, y cuando se fueron a dar cuenta, era la hora del almuerzo.

    Cuando terminamos de comer, en las caritas se iba notando el cansancio y la tristeza, porque ya todo se acababa, pero, lo que más se percibía en ellos, era esa cara de felicidad y satisfacción por todo lo vivido en esos dos días.

    Acabamos el fin de semana con una revisión de la convivencia, la cual resultó muy satisfactoria debido a las ganas con la que se preparó, la inestimable ayuda de Sergio, el trabajo de las cocineras y la participación de los niños. Pero, sobre todo, gracias a la Virgen que siempre va por delante de nosotros.

 

Hubo tiempo para el asueto, el descanso y las actividades de conocimiento rociero.
 
 

 

   Tampoco faltaron los juegos colectivos.
 
     
 

 

        Lo que no podía faltar era la comida,

que los jóvenes degustaron con apetito

tanto de día como de noche.

 
     
 
     
 
 

    Y cómo no, hay que agradecer a los voluntarios algo menos jóvenes de la Hermandad, coordinados por Ángeles Rojas y Loli Cuevas, el desvelo que han tenido para que esta convivencia se desarrollara tan magníficamente. A todos ellos muchas gracias.

 
 

 

Una vueltecita por la aldea
 
     
 

    Y finalmente también llegó el momento del regreso, con el deseo de que esta convivencia se repitiera en más ocasiones.